
Reinoso recordaba, no obstante que la capacidad para inhibir el dolor no se adquiere hasta las 10.14 semanas después del nacimiento, por lo que cualquier daño le causa al feto mucho más dolor que a un adulto.
A ello se añade el hecho de que, mientras que a un no nacido «deseado», al que se le interviene en el vientre de su madre para perseverar su salud siempre se le aplica anestesia y analgésicos, al igual que se hace con los prematuros, «al no nacido que es abortado, aún en igual tiempo de gestación, nunca se le aplica dosis alguna de anestesia. En 9 de cada diez abortos en la última fase de gestación se aplica anestesia local para la mujer, pero no para el feto».
Reinoso no quiso terminar su exposición sin denunciar que el dolor fetal es algo que se intenta ocultar, «pues lógicamente va en contra de los intereses promotores del aborto, que tratan de que la mujer no sea consciente del dolor que infringe el aborto a su hijo concebido».
Por último, el médico especialista aseguró que «si protegemos en nuestras leyes a los animales frente al dolor que los humanos puedan infringirles, ¿por qué nos desentendemos del sufrimiento infringido al ser humano del no nacido? Debe atenderse todo el dolor humano, con independencia de su edad».
Fuente: http://www.abc.es/20120527/familia-padres-hijos/abci-aborto2-201205271815.html
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