ANÍMATE A RECONOCER TUS VALORES

Cada uno de nosotros debe asumir su responsabilidad, lo mejor que pueda, en medio de nuestra familia, trabajo o medio social en el que nos desenvolvemos; de modo que, nuestras palabras, acciones y sentimientos construyan la paz, respetando las diferencias de opiniones, a través de un proceso de diálogo lo más gradual posible. 

Nos hemos acostumbrado a buscar un constante aumento en nuestra calidad de vida y hablamos continuamente de reformas y cambios. Eso es bueno. Es deseable porque constituye un bien, siempre que vaya acompañado de la visión moral del respeto a nosotros mismos, a los demás y a la naturaleza que nos ha sido dada porque nuestra última meta, la que nos lleva a la felicidad, no se basa en el egoísmo ni en la fuerza corporal; sino en la comprensión y el respeto hacia cada ser. Comprensión y respeto que se basan en la libertad y en el amor. 

Cada uno de nosotros, tiene la responsabilidad moral de ayudar a paliar el inmenso sufrimiento que existe en nuestro alrededor, para ello, debemos contar con que la libertad y la verdad se encuentren en el camino de este mundo que está bendecido con grandes tesoros naturales si los usamos de forma sabia. 

Este es uno de los caminos imprescindibles para la felicidad que buscas. 

Otro de los caminos es la propia aceptación de tu persona. Para ello debes comenzar a disfrutar de lo que vives a diario. Sé generoso contigo. 

Un primer paso de esta generosidad consiste en aceptar un elogio. Y es que, durante nuestra vida, se nos ha enseñado a recibir una crítica con buen talante y a corregir errores, pero…..¡ quizás, no se nos ha enseñado a ser generosos con nosotros mismos! y así, cuando alguien destaca algo positivo de nosotros, tememos ser considerados vanidosos, orgullosos, pedantes…..¡ya es el momento de aprender a escuchar un halago y disfrutarlo!. 

Sé que te puede ser difícil separar este reconocimiento, que los demás hacen de ti, con la inclinación a caer en la vanidad que te lleva a la supervaloración de tus cualidades. Todo depende del ofrecimiento de vida, hacia los demás, sin buscar intereses y de la capacidad de meditar sobre tu destino de vida; y es que, con la meditación, ayudamos a despertar nuestra conciencia más profunda cuando, limpiando nuestro interior de sentimientos negativos, los sustituimos por emociones positivas como la caridad hacia los demás. Estas emociones despertarán, en tu intimidad, nuevos sentimientos que crearán la cadena que te lleve a la felicidad para la que fuiste creado. 

La luz que brota de tu meditación, se puede convertir en luz que ilumine, a los que te rodean, en cuanto es capaz de analizar tus propios errores. 

A ti, que quieres llegar al final de tu destino, que es la vida eterna junto al Padre, te es importante tener claro cuál es el camino. 

Camino que llegarás a vislumbrar a través de la oración que tenderá a formar la conciencia recta y delicada para entender el camino de Dios en los asuntos de la vida diaria. 

Ten siempre, en perspectiva, la figura de Cristo cuando, ciñéndose la toalla, lavó los pies a los apóstoles: 

-“¿Entendéis lo que he hecho con vosotros?. Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque de verdad lo soy. Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habéis de lavaros los pies unos a otros. En verdad os digo: no es el siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que el que le envía.” 

Esa es la base de nuestra felicidad: Convertir en vida la doctrina del Señor amándonos unos a otros como Él nos amó. 

He ahí nuestra misión. 

He ahí nuestra propia estima 

He ahí nuestra única felicidad. 

El separarnos de este camino, va en contra de nuestra propia naturaleza, llevándonos a la inseguridad y, por ende, a la infelicidad. 

NOSOTROS HEMOS SIDO ENGENDRADOS POR AMOR PARA AMAR. 
PATRICIO GARCÍA RAMOS

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