
Lo más recomendable es poder hablar con nuestros hijos una vez que la borrachera ha pasado; el dialogo y la comunicación es fundamental. Explicarle los riesgos que el tomar a temprana edad implica también es importante.
En ese sentido se recomienda observar la conducta de nuestros hijos, ver la frecuencia con la que toma y el contexto en la cual esa conducta se da; es muy importante conocer el entorno inmediato de nuestros hijos; quiénes son sus amigos más cercanos y qué lugares frecuenta.
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