
En realidad esta es una conducta normal para esta etapa del desarrollo, un comportamiento que refleja el desequilibrio emocional de los pequeños, que se debaten entre su deseo de sentirse seguros y protegidos y su ansia de independencia.
En cuanto comienzan a caminar, descubren por primera vez en su vida la posibilidad de poder ir a donde quieren. Se sienten de pronto grandes, fuertes y preparados para comenzar a investigar lo que los rodea, pero se dan cuenta que “eso” que quieren hacer está prohibido, y cuando esto sucede se enfurecen y reaccionan con un arrebato de ira. En esta situación es imposible hablar con ellos, ni siquiera soportan que los toquemos. Algunos chicos incluso golpean la cabeza contra el suelo o aguantan la respiración hasta conseguir dar un susto de muerte a los padres (espasmos sollozos). Estos accesos de ira se deben a que no toleran las frustraciones ni sus propias limitaciones, y mientras ellos aprenden a aceptar lo que no les gusta y a tomar sus propias decisiones, necesitarán gran dosis de ayuda de nuestra parte:
Mayor flexibilidad: reflexionar sobre cuándo es necesario el límite, establecerlo con firmeza y mantenerlo en el tiempo. Para esto, padre y madre deben estar de acuerdo acerca de qué normas tomar y lo fundamental: no desautorizarse entre ellos.
Explicaciones necesarias: exponer siempre las razones de nuestra prohibición.
Sugerir en lugar de mandar: en la práctica resulta más efectiva. Las críticas o amenazas pueden ser contraproducentes.
Darles tiempo: es importante no interrumpirlos cuando están en plena actividad al menos que sea imprescindible. En lugar de esperar a último momento para decirle nos vamos, es mejor advertirle con tiempo suficiente.
Entonces ¿Qué hacer cuando la tormenta estalla?
Lo mejor es quedarse junto a él y no hablarle de su testarudez. Esperar a que se le pase el berrinche y después hacerle ver que el incidente ya está olvidado. Es necesario ser consecuentes y en ningún momento acceder a sus berrinches, de lo contrario sus arrebatos de ira, todavía espontáneos, pueden convertirse en un intento de chantaje, una forma eficaz de lograr lo que quieren.
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