domingo, 14 de abril de 2013

Disciplina: el castigo ¿debo castigar a mi hijo?

Padre amenazando a su hijo. Disciplina, castigosDecidir si debemos o no castigar a nuestro hijo, decidir cuándo aplicamos un determinado castigo o bien ... ninguno. Nosotros somos quienes decidimos las normas de convivencia en casa y dónde están los límites de la conducta de nuestros hijos.

Castigar o no una conducta es una decisión que debemos valorar y pensar, ya que entre toda la gama de recursos educativos los castigos deberían estar en último lugar. Deberíamos castigar cuando la desobediencia es verdaderamente importante y todos los demás recursos nos han fallado.

Cuando aplicamos un determinado castigo debe ser porque nos han fallado todas las demás técnicas, así que probablemente deberíamos revisarlas y ver dónde nos hemos equivocado.

Antes de castigar cualquier mal comportamiento de nuestro hijo deberíamos haber:
  • avisado,
  • explicado,
  • prohibido,
  • persuadido,
elogiado la conducta contraria, ... Pero quizás esto no nos ha funcionado. ¿Por qué? es algo que deberemos valorar. El castigo debería ser siempre el recurso de emergencia, el de última instancia y siempre algo momentáneo.

Debemos saber que el castigo usado con demasiada facilidad:
  • acaba deteriorando nuestra relación afectiva con nuestros hijos,
  • genera ansiedad y bloqueo emocional,
  • puede incluso bloquear aprendizajes,
  • se basa en una autoridad ejercida desde la coacción y el miedo,
  • reduce la espontaneidad y la creatividad,
  • provoca conductas de huida y de engaño,
en los padres nos genera una especie de hábito y adicción, ya que cada vez hay que castigar más para que tenga efecto.
Bajo ningún concepto es aceptable el castigo físico ni el que pueda perjudicar emocionalmente a nuestros pequeños. Recomiendo la lectura del artículo publicado en este blog titulado Gritos y boferones, razones para evitar su uso (haz clic para abrir el vínculo) para saber más sobre las consecuencias de los castigos físicos o verbales.

Se que esto es siempre más fácil de decir que de hacer, porqué hay días en los que nos sentimos particularmente estresados y cansados de batallar siempre por las mismas cosas (lavarse las manos, comer, vestirse, cepillarse los dientes, ...).

Cuando tengamos uno de esos días en los que parece que nada de lo que digamos ni hagamos tiene ningún efecto sobre las conductas de nuestros hijos, cuando nos sintamos tan cansados que cualquier desobediencia nos genere una gran frustración, ... antes de descargarla contra ellos respiremos fuerte e intentemos contar hasta 10.

Evitemos reaccionar a la primera. Evitemos que se nos escape ese cachete del que tanto nos vamos a arrepentir. Y en el caso que se nos escape alguna palmada pidámosle perdón a nuestro hijo y expliquémosle que nos hemos, que hemos cometido un error, que nos hemos equivocado porqué estamos cansados y enfadados.

Si esto nos ocurre muy a menudo y nos sentimos sin fuerzas para aplicar otras estrategias para cambiar los malos comportamientos ya que estamos al borde quizás debemos pedir que algún familiar nos eche un cable, que nos ayude un poco para poder distanciarnos y ver las cosas con mayor perspectiva

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